Más hace el lobo callando que el perro ladrando...

sábado, 22 de noviembre de 2014

Mayor hundimiento guerra civil española en Cartagena.





La mayor tragedia naval de la guerra civil española muy desconocida y con la inexpugnable Cartagena protagonista, ciudad donde abandonó Alfonso XIII España, donde zarpó el oro de Moscú (A través de Cartagena se consiguió embarcar a Rusia el famoso Oro de Moscú entre los días 25 y 29 de octubre. Abordo de las embarcaciones soviéticas Kine, Kursk, Neva y Volgoles partieron del puerto cartagenero con dirección Odesa más de 500 toneladas, es decir, un 72% de las reservas de oro del Banco de España como pago por el armamento soviético a los republicanos españoles. Trasladadas en tren desde Madrid a Cartagena y almacenadas hasta su partida en el polvorín de La Algameca, las cajas fueron cargadas por los tanques soviéticos ya asentados en Archena y el oro llegó a Moscú el 6 de noviembre, tal y como pactó con la URSS Juan Negrín siendo ministro de Hacienda.) y ultima ciudad en rendirse en la guerra...

¿Porque fue hundido El castillo de Olite al fin de la guerra civil?


El presidente del gobierno Juan Negrín, intenta una última estrategia; alargar la contienda española para unirla a la previsible Guerra de Europa.
Franco vio una oportunidad única de finalizar gloriosamente la G. Civil: el desembarco y captura de la principal Base Naval de la República, Cartagena, donde en los últimos días se había producido una sublevación contra el gobierno de Juan Negrín, los sublevados de allí pidieron ayuda para conseguir tomar esta ciudad con su importantísimo puerto y la armada republicana...




Pelotón de marinería, de vigilancia por la Plaza del Ayuntamiento.




submarino C-4, responsable del servicio postal entre Barcelona y Maó ''correo submarino'' durante la guerra civil, Cartagena.



Pese a ser un punto de retaguardia durante el conflicto, la importancia bélica era vital. Al triunfar el alzamiento en los puertos de Cádiz y Ferrol, Cartagena se erigía como el indiscutible y más importante puerto de la flota republicana. La ciudad portuaria contaba con el 3er Regimiento de Artillería de Costa y las flotas de cruceros, destructores, acorazados, submarinos y lanchas torpederas de la URSS. Aunque protegida por seis baterías antiaéreas desde cabo Tiñoso a cabo Negrete y una amplia red de baterías de costa del Plan de Defensa de 1926, se buscaba una mayor protección de este puerto clave por tierra y aire.


Para ello el general Toribio Martínez Cabrera ideó un proyecto de defensa terrestre en 1936, un cinturón de sistemas defensivos desde Águilas a Guardamar del Segura aprovechando los ríos Guadalentín y Segura y la orografía de las sierras de Almenara, Carrascoy y Escalona.







Los infantes del regimiento de Sevilla número 34, formados en el patio del Cuartel de Cartagena, antes de salir al frente (1937)


De esta forma se construyó una línea defensiva terrestre plagada de casamatas, trincheras, alambradas, refugios y nidos de ametralladoras en los municipios de Águilas, Lorca, Totana, Alhama y Murcia para proteger Cartagena de un eventual ataque.




A esta defensa por tierra se sumaría la Base y Escuela de Tanques soviéticos de Archena en octubre del 1936. El general Dimitri Paulov creó la primera brigada de tanques del ejército republicano formando a autobuseros, camioneros y taxistas de Madrid y Barcelona. Fue una de las principales bases de tanques de los republicanos.
Cartagena era el principal bastión militar en los últimos días de la guerra, al constituir la base de la Flota, un conjunto de buques muy poderosos al mando del almirante Miguel Buiza. La defensa de la misma y de su flota estuvo en gran medida encomendada al Regimiento de Artillería de Costa n.º 3.




Artillería antiaérea Cartagena




Batería antiaérea en monte Roldan, Cartagena

Cartagena fue una de las ciudades que sufrió más bombardeos por parte de la aviación nacional en toda España, contando para su defensa con numerosos refugios entre los cuales destaca el excavado en el Cerro de la Concepción que podía acoger hasta 5.000 personas, lugar donde actualmente se sitúa el Museo-Refugio de la Guerra Civil.




Refugios guerra civil, museo en la actualidad, Cartagena




La ciudad portuaria, al albergar el grueso de la flota republicana, sufrió 117 bombardeos de la aviación alemana e italiana que causaron 233 muertos, centenares de heridos y un tercio de los inmuebles del casco urbano derruidos.


Un avión italiano Savoia S.79 sobrevuela Cartagena para bombardearla.

Para consolidar la ciudad como el principal bastión militar republicano, Negrín la puso al mando del coronel Francisco Galán, de conocida filiación comunista, acompañado de Artemio Precioso, comandante al mando de la afamada Brigada 206, la cual dejó acampada a las afueras de la ciudad, cerca del barrio de Los Dolores, desplegada en la localidad de La Aljorra.

A las 11 de la noche del sábado 4 de marzo de 1939, la mayoría de los jefes militares de la base y guarnición de Cartagena se declaran opuestos al Gobierno de Negrín e inician la toma del control de todas las unidades e instalaciones. Encabezan la sublevación Fernando Oliva, jefe de Estado Mayor de la base, Gerardo Armentia y Arturo Espa, Jefe y segundo jefe del regimiento de artillería de costa, Norberto Morell, jefe del Arsenal; Vicente Ramírez, jefe de Estado Mayor Mixto. El detonante inmediato de la sublevación surgió cuando Negrín, nombró para sustituir al general Bernal al teniente coronel Francisco Galán, comunista, a quien se le ordenó tomara posesión inmediata de su destino, con la ayuda de la 206 Brigada, muy curtida en el combate, que mandaba Artermio Precioso. El nombramiento fue considerado como un «golpe comunista» y como gesto inamistoso, y cuando llegó a Cartagena fue detenido.

El contingente militar se había levantado en armas y arrestado al coronel Galán, representante del gobierno republicano en la ciudad.


Sábado 4 de marzo de 1939

En la noche del día 4 la Brigada 206, al mando del mayor de milicias Artemio Precioso que cuenta solo con 22 años, ha llegado a Cartagena y ha recibido la orden de permanecer preparada para entrar en acción...

Una imagen del despacho de Arturo Espá en el puesto de mando de las baterías de costa del Cabo del Agua, desde donde dirigió la sublevación. Este despacho se puede contemplar en la actualidad en el Museo Militar de Cartagena. FOTO JAZ.

En el puesto de mando de las baterías de costa, ubicado en el Cabo del Agua, el Tte. Coronel Espá reúne a los jefes de todas las baterías y les comunica las decisiones que se han tomado. Todos los mandos comparten la misma opinión y se unen a la trama. La sublevación ha comenzado, es la noche del 4 de marzo de 1939.

Ajeno a lo que está sucediendo en la baterías de costa, Galán se reúne en su despacho del edificio de Capitanía, que domina el puerto, con algunos de los principales mandos y autoridades de la plaza. Un oficial llega en ese momento e informa de que ha sido detenido por unos soldados de artillería al grito de “Viva España” y “Viva Franco”, Galán se pone en contacto inmediatamente con Buiza y Bruno Alonso, que le confirman que los dos regimientos de Artillería se hallan sublevados. Al poco tiempo entran en el despacho un grupo de soldados bajo el mando del jefe de Estado Mayor de Marina, Fernando Oliva, que ordena detener a todos los presentes.

Artemio Precioso ha sido detenido por una de las patrullas de los sublevados al regresar para reunirse con sus tropas, consigue escaparse y tras caminar durante toda la noche, se encuentra con sus tropas en el amanecer del día 5. Inmediatamente ordena el avance sobre la ciudad y los principales puntos estratégicos. En primer lugar toman el barrio de Los Dolores, donde se encuentra una batería de la DECA y la emisora de radio Flota-Republicana, desde donde se han estado lanzando proclamas y consignas a favor de Franco. Desde este punto comienzan su despliegue, en Los Dolores permanecerá el Batallón 823 como reserva, el 822 reforzado por los blindados se encargará de la conquista del casco urbano, el 821 tendrá como misión recuperar las baterías de poniente, y el 824 de las de levante.

Tte. Coronel Arturo Espa
Encabezaba la rebelión el general de Infantería de Marina José Barrionuevo,
                                              


el 5 de marzo Hacia las 10 de la mañana, las unidades de la 206 Brigada, con ayuda de los tanques llegados de la escuela de Archena, inician su ataque contra los sublevados. Los sublevados que recurrieron al general retirado Barrionuevo como jefe de la insurrección, y éste inició desde el primer momento un diálogo radiotelegráfico ininterrumpido con el Cuartel General de Franco en Burgos que inmediatamente informó a Franco de que había tomado el control de la ciudad y que necesitaba fuerzas para conservarla. Al mismo tiempo ordenó al almirante Buiza la partida inmediata de la Flota Republicana, so pena de abrir fuego sobre los barcos con los cañones que defendían la ciudad. Buiza aceptó la retirada con la condición de que le entregaran a Galán, lo que se cumplimentó, y hacia el mediodía el último buque republicano abandonaba la ciudad.(en lugar de regresar cuando ya había sido sofocada la sublevación en Cartagena el día 8, el almirante jefe de la flota, Miguel Buiza, puso rumbo a , en el Protectorado frances de Tunez, sufriendo la humillación de las autoridades coloniales francesas que no le permiten atracar ni en Argel ni en Orán, sino en Bizerta,La flota, que el 30 de marzo de 1939 fue entregada a los representantes del Generalísmo Franco por las autoridades francesas ya que el gobierno francés reconoció al gobierno de Burgos como el único legal de España, privó a los republicanos del único medio que les quedaba para haber evacuado a la población que huyó hacia los puertos de Levante los últimos días de la guerra).

La Flota de la República navega sin rumbo por el mar la tarde del 5 de marzo.



Combatientes republicanos, en un buque, en Cartagena durante la Guerra Civil .

Sin rumbo y sin destino. Formando en línea de combate marcha delante el “Cervantes” seguido por el “Libertad” y el “Méndez Núñez”. A los lados, como defensas antisubmarinas forman el “Ulloa”, “Jorge Juan”, “Miranda”, “Escaño”, “Valdés”, “Gravina” “Lepanto” y “Antequera”. Cierra el “C-4”. Navegan como si fueran a la guerra pero ya no hay guerra. Han salido de Cartagena “por la puerta de atrás”









La tripulación del buque Libertad, fotografiada en el puerto de Cartagena, en octubre de 1936



El torpedero nº 14, cuyos tripulantes evitaron ser capturados por los rebeldes, fotografiado en septiembre de 1936


Los marinos del Graviña, preparando su cañón antiaereo, antes de salir del puerto de Cartagena, en agosto de 1936

Hacia las 4 de la tarde, el Batallón 821, mandado por el comandante González Regalado, toma el castillo de Galeras y las alturas al Sur de Cartagena,




Castillo de Galeras


donde está emplazada la batería de costa La Parajola, una vez tomada por los hombres de Guirao, la batería de Los Aguilones trata de desalojarlos y se entabla un duelo de artillería que dura toda la tarde y noche.


Parajola y sus cuatro piezas.


El duelo artillero ha destruido los parapetos y ascensores de municiones de las piezas 2.ª y 3.ª (la 4.ª estaba desartillada) y quedan inutilizadas. Solo funciona la pieza n.º 1, la que está en la cota más baja. Al final de la jornada, toda la ciudad, excepto la base naval, el castillo de la Concepción, el parque de artillería y el arsenal, están en poder de las fuerzas atacantes. A las 12 de la noche, el coronel Casado anuncia por radio Madrid su sublevación contra el gobierno Negrín y la constitución para sustituirlo de un Consejo Nacional de Defensa. El 6 de marzo a media mañana, Negrín y sus ministros abandonan España desde el aeródromo de Monóvar. Durante el día son dominadas las alturas donde están instaladas las baterías de costa Cabo Tiñoso, La Chapa y Cenizas. Cae también el castillo de San Julián.


Batería de La Chapa


Castillo San Julian

Primero, el arsenal, y después, el parque de artillería, son asaltados por los batallones de la 206 Brigada, apoyados por los tanques de Archena.





Parque de Artillería Cartagena, actualmente museo de artillería con una exposición sobre el hundimiento del Castillo de Olite, numerosas maquetas de la evolución de la ciudad portuaria con sus castillos y baterías militares, miniaturas militares, piezas de artillería y tanques y colección de uniformes militares, museo 100% recomendable.

Al asalto al Parque de Artillería, donde fallecerá el coronel Armentía al enfrentarse pistola en mano a las tropas leales. Por la tarde se tomará el último reducto donde se han hecho fuerte los rebeldes, el edificio de Capitanía, tras una acción de comando de las fuerzas de la 206, que han descolgado a sus hombres desde los cortados de la parte posterior del edifico sorprendiendo a los defensores. Cartagena vuelve a estar bajo la autoridad, si se puede llamar así, de la República.

Fotografía de la fachada posterior del edificio de Capitanía, por donde se descolgaría desde el Cerro de la Concepción un comando de la 206 que acabaría reduciendo el último foco de resistencia que los sublevados mantenían en este edificio. FOTO JAZ.

Escalera donde caería abatido el coronel Armentia en los combates contra los soldados de la Brigada 206. En la pared pueden apreciar una losa de piedra donde figura una lista de miembros del Regimiento de Artillería de Costa de Cartagena “muertos por Dios y por la Patria 1936-1939” donde no figura el nombre de Armentia, junto a la misma vemos un pequeño cuadro donde se indica: “En este lugar fue abatido el Coronel Jefe del Regimiento de Artillería de Cartagena D. Gerardo Armentia Palacios a consecuencia de los disparos efectuados por miembros de la 206 Brigada en el asalto efectuado a este Parque al amanecer del día de Marzo de 1939”



Cuando recibió la petición de ayuda de los sublevados el cuartel General en Burgos no dudo de aceptar la petición de auxilio, y mandar a la flota Nacional hacia aquellas aguas. Organizó una vasta operación "La Expedición sobre Cartagena" en la que participaron 20.000 hombres y cerca de 30 buques, la práctica totalidad de la escuadra nacional a las órdenes del vicealmirante Francisco Moreno. En realidad era un gigante con pies de barro, pues, faltos de capacidad de desembarco, los barcos sólo podían descargar los soldados en un puerto ganado al enemigo.

El Olite fue enviado a Castellón para embarcar una fuerza compuesta:
-Regimiento de Infantería "Zamora" nº29: I y II Batallones:994 hombres.

-Grupo de Artillería:225 hombres y 12 piezas de 100/7 mm

- Unidad del Cuerpo Jurídico:143 hombres

- Plana Mayor del Regimiento de Infantería nº 11: 283 hombres

- Compañía de Transmisiones , 83ª División: 169 hombres

- Tripulación del "Castillo de Olite": 39 hombres

- Falange Naval: 44 hombres

- Personal Militar no agregado, personas sin identificar, entre las que pudieron incluirse un grupo de enfermeras, novias de algunos combatientes: 215 personas.

Total:2.112.


embarcados en el Castillo de Olite

La mayor parte de los soldados que viajaban en las bodegas eran veteranos gallegos y la travesía transcurrió en un clima festivo con música de gaitas y abundantes cajas de vino. Por fin habían alcanzado el anhelado final de la guerra




ultima fotografía del Castillo de Olite



El 'Castillo Olite' era un mercante de 110 metros de eslora construido en 1921 en los astilleros Rotterdam Droog, de Holanda. Comprado por la URSS en 1936 y bautizado como 'Potishev', fue capturado por un crucero auxiliar franquista en el Estrecho con una carga de carbón para la República. Fue requisado en mayo de 1938 y artillado con un cañón Vickers 120 y un Nordenfeldt 57.


La expedición resultó un desastre por la improvisación, apenas 48 horas, la falta de medios adecuados y la nula planificación atravesando 150 millas de costa enemiga.

El Castillo de Olite tarda bastante en salir del puerto de Castellón y para colmo carece de radio (estaba averiada) era un barco lento, muy lento, que apenas hace 10 nudos, es el último del primer grupo del convoy. Queda rezagado enseguida y pierde contacto con los demás buques. Su comandante, el alférez de navío Eugenio Rodríguez Lazaga, máxima autoridad embarcada, recibió las órdenes en un sobre a la salida de puerto. Básicamente consistían en navegar alejados de costa para evitar a la aviación y esperar frente a Cartagena nuevas órdenes para proceder. Subrayado aparece un "no entrará en la ciudad bajo ningún concepto a menos que reciba órdenes concretas".

En las 29 horas que permanece en la mar, en Cartagena se suceden los acontecimientos, las cosas no estaban saliendo como tenían previsto los sublevados, mientras los hombres de Precioso peleaban con los de Barrionuevo por las calles de Cartagena.


7 de marzo...

Al amanecer del día 7 de marzo la

flota nacional permanece a la espera a

pocas millas del puerto de Cartagena,

fuera del alcance de las baterías de

costa...







Los hombres de Precioso estaban muy bragados en combate y desde el principio se vio claro que podrían con los sublevados. Barrionuevo seguía reclamando apoyo a Franco, insistiendo en que tenía el control de la ciudad. Sabía que la Flota Republicana interceptaba sus comunicaciones y quiso engañar al almirante Buiza, pero, en realidad al que engañó fue a Franco.

Ésa fue la razón principal de que el convoy sobre Cartagena se despachara de manera urgente y precipitada. La Brigada 206, una unidad de élite de las fuerzas republicanas integrada por comunistas, habían reconquistado la ciudad, tomando las letales y formidables baterías de la costa que protegían el puerto de la ciudad...





El 'Castillo Olite' sigue su lenta aproximación al avispero de Cartagena, ajeno a los cambios de bando que se producen en la ciudad. Las tropas de Precioso, que cuentan con tanques y están informadas de la llegada del convoy nacional, van ocupando los posibles puntos donde puede atracar la flota: Palos, la bahía de Portmán...

Recordemos que Los milicianos al mando del capitán Guirao, un militar profesional, tomaron la batería de costa La parajola pero las tropas leales a la República no logran ocupar el otro brazo de ese croissant gigante que es la bahía cartagenera y la batería de Los Aguilones queda en manos de los franquistas.

Para su desgracia, la bandera nacional que flamean los soldados en Los Aguilones es lo primero que ven los vigías del 'Castillo Olite'. "¡Cartagena ha caído!", exclama el alférez de navío Rodríguez Lazaga, un empleo similar al de teniente en el Ejército de Tierra. Decide entrar a puerto pese a las reticencias de algunos oficiales superiores a los que transporta. Antes de esto, el vicealmirante Moreno se hizo a la mar para inspeccionar los accesos a Cartagena, encontrando que los tres puntos en los que veía factible el desembarco habían sido reconquistados por Precioso. Después de comunicar la situación a Burgos, Franco dio la orden de abortar la operación y los buques recibieron orden de regresar a sus puertos de origen. Al final de la operación se incorporó el crucero Canarias que venía de cumplir una misión sobre la isla de Pantelaria, entre la isla de Sicilia y norte de África, así se pudieron encontrar a todos menos al Castillo de Olite.




La Parajola (Cartagena)


Los buques se vieron obligados a regresar a sus puertos de origen imposibilitados para hacer el desembarco con semejantes cañones protegiendo la costa, la Flota Nacional decide desistir y retirarse...
excepto uno... el "Castillo Olite" que sin radio y desconociendo la situación intentó entrar en el puerto de Cartagena.

Desde la mar, la entrada en Cartagena puede entenderse como un enorme embudo al final del cual se extiende la ciudad. A babor y estribor del navegante se alzan respectivamente las lomas de la Parajola y de Aguilones, que en la guerraestaban coronadas por sendas baterías de artillería de costa.

La Batería de La Parajola, de nuevo en poder de las fuerzas republicanas, lo impidió hundiendo el buque y ocasionando la mayor tragedia naval de la G. Civil española.

En la batería de Aguilones, desde donde los soldados celebraron la llegada del barco agitando banderas nacionales, persuadidos de que representaban la punta de lanza de la ayuda que esperaban y por su parte, convencidos de que Cartagena había caído, los soldados del "Olite" respondieron al saludo desde las cubiertas del barco agitando las teresianas. Coincidiendo con el izado a bordo de la bandera falangista, sus cantos de guerra arrastrados por el viento llegaron a las alturas de la Parajola...



Con el buque enfilando la entrada a la ciudad, un hidroavión Heinkel 60 apareció en vuelo rasante, alabeando al sobrevolarles. Su aparición fue jaleada con vítores mientras los soldados en cubierta arrojaban al aire sus gorras en señal de júbilo. En realidad, el piloto se estaba jugando la vida para advertirles de que se estaban metiendo en la boca del lobo!!! Alabea, mueve las alas, para advertirles del peligro. Pero nadie entiende el mensaje. A bordo, los soldados cantan el 'Montañas nevadas'.
Cuando se hallaba en la bocana del puerto los oficiales, desde el puente, otean el horizonte y comprueban que la flota de desembarco no está en el puerto y que la tricolor sigue ondeando en los edificios oficiales. Tras unos primeros instantes de incertidumbre las dudas se disipan al recibir un primer disparo de pequeño calibre desde la batería de San Leandro, justo a la entrada del puerto. Rápidamente el buque invierte su rumbo tratando de escapar hacia alta mar, aunque esta maniobra lo único que conseguirá es colocar la nave dentro del campo de tiro de la batería de la Parajola.



Batería San Leandro




Batería San Leandro


                              

Una placa recuerda en la batería de San Leandro, ubicada a la entrada del puerto, que fue desde aquí donde se disparó al Castillo Olite, obligándole a cambiar su rumbo, entando en la línea de tiro de la batería de la Parajola.


El capitán Cristóbal Guirao, a las órdenes de Precioso, fué quién reconquistó la batería para la República. Cuando vio llegar al Olite, dio orden a Antonio Martínez Pallarés, capitán al mando de la batería, de disparar sobre el buque. Pallarés dudó; Pallares no quiere dar la orden de abrir fuego, la guerra estaba a punto de terminar y sabía que con esa orden de fuego estaba ordenando disparar a su propio pelotón de fusilamiento. Con el 'Castillo Olite' a tiro, dilata el momento del disparo pese a la insistencia del capitán Cristóbal Guirao.

Viendo sus dudas, Guirao desenfundó su arma y la apoyó en la frente de Pallarés, conminándole a disparar con una orden que ha quedado para los anales: 
"Capitán, los honores son suyos, pero la responsabilidad es mía; si no dispara usted, lo haré yo…"
recordaría años después el telemetrista Montegrifo.


Y Pallarés dio la orden de fuego.



A las 11 de la mañana el impacto final... 


El sistema de puntería automático está averiado, así que los artilleros calculan a ojo. La fatalidad quiere que el segundo disparo acierte en la bodega número 3, justo delante del puente, en el alojamiento de la munición artillera (alcanzando la santa bárbara) El Castillo Olite recibió el impacto por el costado de babor y, tras reventar por dentro, apenas navegó medio centenar de metros antes de hundirse.





Disparo fatal

Cientos se ahogan dentro. Los hombres se arrojan al agua; algunos son despedazados por las hélices, aún en marcha. La explosión causó muchos muertos y lanzó a otros muchos al mar. En aquella época la mayoría de los hombres no sabían nadar y muchos de ellos, con los miembros quebrados por la explosión, no podían mantenerse a flote. Con el barco hundido a 20 metros de profundidad, los palos sobresalían del agua y algunos desgraciados se agarraban a ellos como tabla de salvación. En la lucha por la supervivencia se escucharon algunos disparos.


"Ya empiezan a verse cadáveres, víctimas unos de la metralla enemiga y otros pisoteados por sus propios compañeros... Nunca había visto ahogarse a alguien y ahora que veo casos por docenas me fijo en que parece como si les tirasen por los pies hacia el fondo, pero nada puedo hacer por ellos", escribirá años después el soldado Enrique García Casal, uno de los supervivientes.


Algunos de los afortunados que consiguieron sobrevivir agarrados a los restos que flotaban sobre el agua eran tiroteados por los milicianos desde la costa.
El barco quedó hundido frente a la isla de Escombreras y los pescadores de Escombreras, a quienes se prohibió socorrer a los náufragos, hacen caso omiso de la orden, botan sus lanchas y recogen náufragos y cadáveres. Otros soldados logran llegar a nado o en balsas hasta la isla, donde también desde las peñas se dispara con fusiles contra los supervivientes. Los pescadores locales pasaron la noche arrancando náufragos al mar.


Todos los supervivientes coincidieron en que la mayoría debían la vida a la heroica actuación de estos hombres.

Los cadáveres de cientos de hombres continuarán saliendo a flote incluso después de acabada la guerra. Durante bastante tiempo las autoridades obligaron a algunos vecinos del pueblo de Escombreras (los más jóvenes) a recoger los cadáveres que aparecían flotando en el agua. Estos cuerpos, una vez rescatados, se transportaban en un carro y eran depositados en una fosa común que se abrió junto al cementerio viejo.




El 9 de marzo de 1.996 se realiza una visita a la batería de La Parajola, para recordar los sucesos del 5 de marzo de 1.939, en Cartagena, y el hundimiento del buque transporte de guerra Castillo Olite.
Con boina D. Francisco Juárez Montegrifo, que fue el telemetrista de la batería en 1.939 durante los días 5, 6 y 7 de marzo.





Así relataba el telemetrista Francisco Juárez Montegrifo los instantes que precedieron al disparo:
«Un proyector de la costa nos informa que oye perfectamente los cantos del personal de a bordo, las canciones son facciosas, en las inmediaciones del telémetro se encuentran el capitán de la batería Antonio Martínez Pallarés y a su lado el capitán Guirao, de la compañía de Infantería que nos ha ocupado. Ambos hablan a voces, más bien discutían, incluso se desenfundó una pistola, fue una discusión airada, yo estaba a unos 25 metros, por eso no entendía lo que decían pero sin duda discutían, y más, aseguro que era el capitán Guirao el que increpaba a Martínez Pallarés para que disparase pues el barco era enemigo (para mí la responsabilidad, para usted os honores). A los pocos minutos el capitán Pallarés me ordenó medir distancia al carguero, que yo canté aumentándola en 500 m, porque me dio la gana, pensando que al menos el primer tiro no hiciera impacto, el mismo capitán Pallarés ordeno hacer fuego a los sirvientes de la pieza nº 1, la única operativa, después del bombardeo a que nos sometieron las otras baterías en días anteriores (Jorel y Aguilones). El primer disparo fue largo, pasó por encima del barco, viendo a través del telémetro la caída del proyectil y el embudo de agua originado, el barco a su vez giró a la izquierda, tratando de dar la vuelta, una barbaridad porque si sigue navegando se hubieran metido al amparo de la bocana en donde no hubiésemos podido disparar, al virar hacia mar adentro lo único que consiguió el barco fue poner su costado hacia La Parajola, desde donde se volvió a hacer fuego, ya sin petición de distancia. El primer disparo se le hace al barco entrando pero con la proa en dirección a La Parajola y el segundo saliendo pero de costado, éste sí hizo impacto provocando una enorme explosión e incendio, viéndose a hombres y material saltar por los aires y a poco hundirse, todo esto ocurrió en las inmediaciones del islote de Escombreras.»

Tras el hundimiento, el primero en desertar fue Juárez Montegrifo, el capitán Pallarés formó a la batería acompañado por Guirao, diciendo que el telemetrista sería buscado, encontrado y fusilado. Al día siguiente, y en los sucesivos, continuaron las deserciones...
Responsables...

Oficiosamente, y aunque de forma soterrada, la responsabilidad del desastre cayó sobre el vicealmirante Moreno, que en realidad tuvo mucha menos culpa de la que se quiso hacer ver. Le dieron una fuerza colosal, pero sin ninguna posibilidad de desembarcar en Cartagena. No obstante, la sincronización que se hizo de la salida de los barcos estuvo tan mal planeada que condenó al Olite a navegar en solitario y sin comunicaciones. De haber navegado junto a otro barco capaz de pasarle señales por banderas no se hubiera hundido.

vicealmirante de Francisco Moreno
El alférez de navío Lazaga quiso entrar en Cartagena sin haber recibido órdenes concretas como le había advertido Moreno, lo cual le hace dueño de una parte de responsabilidad, aunque al despuntar el día, sin un solo barco a la vista ni radio por la que recibir las órdenes pertinentes, hizo lo que le dictó el sentido común, máxime cuando las banderas que veía ondear en la batería de Aguilones parecían invitarle a una decisión que a la postre resultó un grave error.


El responsable oficial fue Pallarés, ya que dio la orden de fuego. Así parece sugerirlo el hecho de que fuera fusilado en 1941, el mismo día y a la misma hora en que se hundió el Olite. 
Antonio Martínez Pallarés, de 34 años, militar profesional que comenzó la guerra con el empleo de sargento y que, debido a la falta de oficiales en el bando republicano, y tras un breve curso, fue promovido a oficial en febrero de 1938. Un año después ascendió a capitán y pasó destinado a la cuarta batería del Regimiento de Artillería de Costa n.º 3, La Parajola, donde permaneció hasta el final de la guerra. Pallarés siguió obedeciendo las órdenes de sus jefes naturales, que secundaron la sublevación, de tal suerte que, en la mañana del día 4, puso la batería a las órdenes de los sublevados e incluso mandó izar la bandera bicolor. Cumpliendo órdenes, en la mañana del día 5 apuntó sus piezas a los buques de la flota republicana que estaban en el puerto, con la consigna de disparar si no partía antes del mediodía. Esta situación cambia cuando, el capitán Guirao, toma la batería y hace que se vuelva a izar la tricolor...
Cierto que Pallarés tomó una decisión que costó 1.476 vidas, pero es cuestionable que pudiera haber tomado otra con el frío cañón de una pistola apoyado en su frente.
Corrigiendo el tiro, el propio apuntador de la pieza, artillero Francisco Juárez, efectúa el segundo disparo que da de lleno en el blanco. Desde la batería se contempla la tragedia, todos son conscientes de lo que está ocurriendo, el barco se hunde y con él arrastra a cientos de cadáveres, con la desgracia añadida de que la acción efectuada no influirá para nada en el desarrollo de los acontecimientos finales de la guerra.





Extraído de una entrevista a Cristóbal Guirao. 26.11.2006 en periódico la opinión de Murcia
"Ha vuelto a este fuerte por primera vez desde aquel 7 de marzo de 1939, acompañado de algunos familiares, unas cámaras de televisión, el historiador Luis Miguel Pérez Adán y el editor de Áglaya, Ángel Márquez. Guirao residió en Francia hasta 1977 y ahora vive en España en el más estricto anonimato."
Capitán Guirao: "Sabía lo que hacía cuando hundimos el Castillo de Olite"
El jefe del fuerte de La Parajola recuerda el silencio que siguió a la explosión. "Luego disparamos dos cañonazos más para que los barcos de Escombreras que habían salido a prestar auxilio se fueran, y así lo hicieron". Ese mismo día dejó salir del puerto a un submarino. "Fui y soy consciente de mis actos; la guerra es la guerra y luché por lo que creí. La República tenía nombre de mujer y machos para defenderla, pero ahora no los tiene".
Días después se exilió a Francia, donde colaboró con la Resistencia. Durante mucho tiempo le quitó el sueño la suerte de Martínez Pallarés. "Fue trágico, pero 'C'est la casualité', como dicen los franceses".



En realidad el principal responsable del hundimiento del Olite fue Artemio Precioso, precisamente porque no dio ningún paso en falso, sino todo lo contrario. Consiguió escapar de Capitanía la noche en que Galán fue detenido y, tras deambular perdido toda la noche, se puso al frente de sus hombres y volvió sobre Cartagena para sofocar la rebelión de Barrionuevo, llegando a los puntos potenciales de desembarco antes que Moreno. No olvidemos que la guerra no había terminado y hundir buques enemigos formaba parte de sus responsabilidades. La Brigada 206, al mando de Artemio Precioso, en unión de una unidad de tanques de Archena y las fuerzas de aviación de San Javier recuperan la ciudad para el Gobierno pero, paradójicamente, el Gobierno que los envió ya no existe. El golpe de Casado ha triunfó en Madrid y Negrín se ha exiliado.
En la madrugada del 24 Artemio Precioso, con unos 30 hombres escogidos de la 206, asaltó la escuela de pilotos de Totana. De allí despegaron rumbo a Argelia –en tres aviones tipo Dragón- Togliatti, Checa, Diéguez, Palau, Llanos, Hernández, Cabo Giorla y José María Uribes, con sus mujeres e hijos. También Precioso y el comisario de la brigada, Victoriano Sánchez. C
osas de la vida, acabaría muchos años después como presidente de Greenpeace.

Artemio Precioso Ugarte, nacido en Hellín (1917) y muerto en Madrid (2007)


En 1951, en plena vorágine de la venta de chatarra sumergida, el Estado, propietario del buque hundido, lo vendió a un empresario bilbaíno que lo dinamitó para convertirlo en chatarra. Fue terrible, explicaba el jefe de los buzos contratados. Con cada explosión salían centenares de cadáveres y huesos que se enterraban de noche en algún lugar de Cartagena...

Coincidiendo con la construcción del complejo petroquímico de Escombreras y de la estación térmica; se decidió erigir un nuevo monumento en honor a las víctimas del 'Castillo Olite'. Se alzó una nueva cruz metálica, de unos 10 metros de altura, sobre la ladera de la montaña justo enfrente de donde estaba hundido el 'Olite'. Tenía en su base un altar y un grupo escultórico formado por una «matrona que recoge en su regazo al que termina de dar su vida por la patria».

                       

El jefe del Estado Francisco Franco en su segunda visita a la ciudad, el 7 de abril de 1956, después de proceder a la inauguración de la nueva refinería, inauguraba el nuevo monumento. El 7 de marzo de 1965, coincidiendo con el XXV aniversario se reunieron junto a la cruz los supervivientes del 'Olite', que en un emotivo encuentro rindieron homenaje a sus desafortunados compañeros, después de esta fecha ya nunca más se organizó en Cartagena ningún homenaje.



Fuente Álamo de Murcia, 7 de marzo de 1964. Visita de un grupo de Supervivientes del Castillo de Olite a la Villa de Fuente Álamo, donde en su Iglesia Parroquial estuvieron prisioneros los Supervivientes no heridos. Los vecinos lo recuerdan, un día frio como cuando llegaron desde Cartagena en camiones, algunos casi desnudos, descalzos. Para los vecinos del pueblo, verlos llegar en ese estado, provocó una movilización de todos los vecinos del municipio buscando ropa, mantas, calzado y comida. Los milicianos no pusieron grandes impedimentos para que esta ayuda llegase a los náufragos que permanecían encerrados en la Iglesia Parroquial. Esos días de marzo de 1939 la hermandad y generosidad de los fuentealameros olvidó que había bandos enfrentados. El alcalde no permitió que hubiese un solo muerto en su pueblo. Un pueblo generoso, humilde que vivió aquellos acontecimientos con verdadera hermandad. Al cabo de unos años el pueblo obtuvo el título de «Muy Noble y Muy Leal Villa» a petición de los supervivientes (de Galicia, en su mayoría) por el comportamiento ejemplar que tuvieron los fuentealameros con ellos.
23 de enero del 2001. El espacio donde se encuentra el monumento será utilizada como cantera en las obras de ampliación de la dársena de Escombreras, justo donde se emplazaba la cruz se extraen los áridos necesarios para la ejecución de la banqueta de asiento para los bloques que conforman el espigón, así como para la fabricación del relleno de los citados bloques. Paradójicamente esa misma tierra sirvió para sepultar definitivamente los restos del barco sobre el fondo marino.

La cruz fue desmontada, los trozos fueron depositados en los muelles de la Autoridad Portuaria en Escombreras y posteriormente desaparecieron.


En 2005, con motivo de las obras de ampliación de la refinería de Repsol en Escombreras, se arrojaron sobre estos últimos restos cientos de miles de toneladas de cemento, roca e infamia. Se puede observar en la actualidad como el puerto se une a la isla...



Actualidad

Para quien ha visitado en Pearl Harbor y Scapa Flow los pecios del Arizona y RoyalOak, hundidos ambos en la Segunda Guerra Mundial, y asistido con emoción a los homenajes que a diario se hacen a los cientos de marineros ahogados y que todavía permanecen dentro de los cascos de los buques, el lamentable final del Olite constituye una afrenta a nuestra historia que produce repugnancia. En 2005, con motivo de las obras de ampliación de la refinería de Repsol en Escombreras, se arrojaron sobre estos últimos restos cientos de miles de toneladas de cemento, roca e infamia.La escultura, una vez restaurada en el año 2009, se recolocó en el Monte Calvario junto a la ermita, con una cruz y una placa que alude a un hundimiento, pero sin hacer referencia alguna al 'Castillo Olite'. 
Mientras hay quien se esfuerza por rescatar la memoria de los desaparecidos sin nombre, a los que lo tenían se les ha hecho desaparecer. 
Hasta la calle que había en Cartagena dedicada a su recuerdo ha pasado a llamarse Enrique Tierno Galván. 
Incluso el cementerio de Escombreras, donde fueron enterrados los primeros cadáveres procedentes del Castillo Olite, está hoy abandonado.Bucear por donde se hundió el Castillo Olite es casi como hacerlo en una piscina, un fondo marino liso, sin atisbo de resto alguno, que oculta y hace impensable creer que, hace más de 75 años, en ese fondo marino encontraron la muerte y quedaron sepultados cerca de 1.500 soldados.

Ese fue el final definitivo del buque y de la memoria los 1.476 soldados, jóvenes en su mayoría, que marchaban jubilosos a Cartagena para celebrar el final de una guerra.


Durante años el mástil asomaba fúnebremente sobre las aguas ejerciendo de singular cruz. En 1951 se desguazó el buque, del que ya no queda nada, pero en 1943 el mencionado mástil se había transportado con todos los honores al cuartel de Zalaeta, en La Coruña, sede del Regimiento de Artillería Ligera nº 48 (luego nº 28) heredero del Regimiento nº 16 hundido con el buque. Cuando en 1979 esta unidad se trasladó a Pontevedra dejó el mástil en La Coruña (pero en otro cuartel, el de Atocha) convertido en mástil de la bandera del Regimiento de Infantería Ligera “Isabel la Católica” nº 29, el mismo que vio dos de sus batallones desaparecer con el “Castillo de Olite”. Cuando finalmente este Regimiento se trasladó a su actual ubicación en Pontevedra, en la que coincide con el Grupo de Artillería de Campaña VII (heredera del citado Regimiento de Artillería Ligera nº 28) ambos pertenecientes a la Brigada de Infantería Ligera “Galicia” VII, se llevaron consigo su preciado mástil.

Allí se encuentra ahora, en la Plaza del Castillo de Olite de la Base “General Morillo”, en San Andrés de Figueirido, Vilaboa, Pontevedra. En 2009 ó 2010 se ha cambiado el nombre de la plaza, pero como no había placa que retirar, a cambio se ha retirado la placa recordatoria dedicada a los caídos del “Castillo de Olite”, placa que estaba ubicada en el mismo mástil. Esto me parece aún más grave, amén de ridículo.


Hay un libro de donde he copiado párrafos y datos dedicado íntegramente a este tema:
El hundimiento del Castillo de Olite, la mayor tragedia naval de la G. C. española. Su autor es Luis Miguel Pérez Adán. Editorial Áglaya,Cartagena, 2004.
yo creo que la gente no tiene ni idea de este episodio en el que murieron más de mil hombres que, como dice el autor del libro, no debieron morir....
También información, entrevistas y datos copiados y extraída de artículos de:
LUIS MOLLÁ AYUSO 07 Mar 2014
JULIÁN MÉNDEZViernes, 14 marzo 2014
El hundimiento del Castillo Olite, Luis Miguel Pérez Adán. Ed. Áglaya, 2004
Capitán de navío en la reserva Luis Mollá Ayuso, autor de la obra 'Perdidos en la memoria' (Ed. JM), que relata al detalle los acontecimientos.

Articulo para la revista del ejercito por Sebastián Marcos Morata General de brigada. Intendencia.DEM



De los 2112 hombres que había a bordo, 1476 murieron, 342 fueron heridos y 294 fueron hechos prisioneros, siendo el mayor número de víctimas mortales en el hundimiento de un solo buque en la historia de España y el mayor desastre en la historia naval española.


25 días después, finalizó la guerra.






La dotación de la batería La Parajola
durante la guerra estaba formada
por 3 oficiales (un capitán y dos
tenientes), 6 sargentos, 10 cabos,
1 corneta y 95 artilleros, todos perte-
necientes al Regimiento de Artillería
de Costa n.º 3.



Regimiento de Artillería de Costa nº3 de Cartagena


La Parajola formaba parte del
cinturón defensivo de Cartagena,
con baterías construidas en 1926 y
artilladas con piezas Vickers de 381
y 152,4 protegidas por baterías
antiaéreas de 105 desplegadas a lo
largo de toda la costa cartagenera
desde Cabo Tiñoso a Cabo Negrete,
y constituía un escudo defensivo
sobre Cartagena y su base de más
de 35 kilómetros.



Los cuatro cañones de costa Vickers
de 152,4/50 (seis pulgadas) modelo
1923 estaban colocados «a barbeta» .


click para ampliar 


Estos cañones podían tirar en un
sector marítimo de 123 grados, co-
rrespondientes al sector entre Cabo
Tiñoso y Cabo del Agua.
Podían disparar en 10 grados
de depresión y


click para ampliar

35 de elevación, con un sector muer-
to de 2.000 metros. También podían
desarrollar acción de tiro sobre un
frente terrestre aproximado de 23 kilómetros.
Se trataba de una pieza capaz de
lanzar un proyectil de 46 kilogramos
a más de 21 kilómetros de distan-
cia, con un poder de penetración
de 13 cm a 10.000 metros. Ante eso,
los mamparos del Olite poco tenían
que hacer.
En la actualidad está
desartillada y fuera de servicio
por aplicación del Plan Norte. En
el momento de hacer fuego al
Olite la distancia al buque era de
unos 4,8 kilómetros.






entrada Parajola antes de ser desartillada.



entrada Parajola actualidad...



Batería Aguilones desartillada en la actualidad, lugar recomendable para hacer senderismo y visitar la cota.




Batería Castillitos 



Entrada Batería C-9 Cenizas


Batería de Cenizas, gemela de la Batería de Castillitos ambas artilladas con Vickers de 381, siguen artillados en la actualidad y se pueden visitar.



Bateria de Cenizas,Vickers de 381



Después del desastre.

Los heridos son llevados por los republicanos a un hospital de Murcia. El resto son confinados en Fuente Álamo prisioneros, en casas vigiladas por milicianos. La sublevación profranquista del 4 de marzo alentada por la quinta columna se dió por finalizada el día 8.

El dominio comunista se había impuesto a sangre y fuego, con la subsiguiente represión, tan intensa como selectiva, Durante esos días hasta el 9 inclusive, se hicieron varios miles de prisioneros y ejecutaron en total, 251 personas.

El comandante López Cantí superviviente del hundimiento y sus hombres ,se encontraban confinados en la iglesia de Fuente Álamo, decidió marchar sobre Cartagena con 300 hombres... ayudado por los Los quintacolumnistas, en la mañana del 29 Arturo Espa, que asumió un papel directo en aquella operación, les facilitó equipos completos de vestuario y demás pertrechos, provenientes del Regimiento de Artillería. El objetivo era la Jefatura de la base, establecida en la Capitanía, donde residía Pérez Salas, en Cartagena fueron abandonando la lucha y se recogieron los cierres de los cañones de la artillería de costa y se izaron banderas blancas en las baterías. Sobre Cartagena se repliegan las fuerzas supervivientes de la 38ª División, que había mandado Pérez Salas. El coronel de infantería de marina Diego Baeza, significado por su clara implicación con la causa republicana y su colaboración con la Brigada 206 en tareas de clasificación de los detenidos, secundó las directrices de los casadistas, trasmitiéndolas a sus jefes de batallón: “Como norma principal a las instrucciones que daré oportunamente, debe garantizar
el orden de esa demarcación sujetándose a las órdenes del C.N.D. y Jefatura de esta base naval; caso de presencia de enemigo izará bandera blanca sin hacer armas en ningún momento, y si preciso fuese parlamentar se sujetará a las órdenes de esta base”
Tenían presente el trágico desenlace del levantamiento del 4 de marzo, saldado con el hundimiento del Castillo de Olite... del que los supervivientes de aquel navío, provistos de armas,bombas de mano, ametralladoras y fusiles salen de Fuente Álamo en cuanto están los náufragos del Olite preparados para su traslado, se enviaron quince camiones del Parque de Artillería.A las 5 de la tarde se recibe orden del jefe del Grupo de Ejércitos –general Matallana- de no disparar sobre la aviación pase lo que pase. Tras aquella notificación, el orden militar de los defensores de la República se desintegró, asistiéndose a una deserción en masa. Lo relata uno de sus actores, el alférez de navío Federico Vidal.

En Cartagena la puesta en marcha de la expedición de los que anhelaban salir de España, concentrándose en el Arsenal donde iban siendo desarmados a la espera de los pasaportes y alistando el buque petrolero Campilo. Hasta el último momento destacó la cerrada obstinación de Pérez Salas de la inutilidad de sus esfuerzos en mantenerse al frente de la base naval, afirmando repetidas veces que hasta que no recibiera la orden del Comité de Defensa rojo no entregaría la base a no ser por la fuerza. Desde las diez de la mañana hasta las siete de la tarde se consiguió que mandase hacer su equipaje tras reunirse con el teniente de navío Fernando Oliva, (que lo había sido hasta su detención el 6 de marzo) repuesto en el Estado Mayor, tras los oportunos nombramientos y ceses, recabó la Jefatura de la base. Se despacharon, sin ponerles inconveniente ninguno, más de quinientos pasaportes individuales y familiares para que pudiesen marchar los rojos en un petrolero que zarpaba con rumbo a Orán. Dicho petrolero ya con dotación y escolta nacionales, con objeto de volver a traer el barco a este puerto después de su descarga.
Tras la detención de Pérez Salas se izaría la bandera nacionalista. Primero en el Parque de Artillería y luego en el resto de las dependencias militares. López Canti llegó sobre las ocho de la
tarde con fuerzas de asalto y las suyas propias. Recibió entonces de Fernando Oliva el mando.

La ciudad fue ocupada sin ninguna oposición, con un desfile encabezado por los militares de la quinta columna, seguidos de los 700 supervivientes del Castillo de Olite... Decenas de ataúdes comparten honores con las tropas vencedoras.










El 31 tuvo lugar la ocupación efectiva de la base, con la entrada de las tropas al mando del jefe de Operaciones, general Solchaga, a quien acompañaban los también generales Saliquet, jefe del Ejército del Centro, y Alonso Vega, de la Cuarta División Navarra. Por mar lo hicieron el vicealmirante Francisco Moreno, nuevo jefe del Departamento Marítimo, y Ramón Agacino, designado para hacerse
cargo del Arsenal. Unidades de guerra y mercantes artillados entraron en el puerto, que ahora se les ofrecía franco: Canarias, Mar Cantábrico, Mar Negro, A. Lázaro, V. Puchol, J.J. Síster, Ciudad de Palma, Marqués de Comillas, Ciaño, Castillo de Gibralfaro, Vulcano, Júpiter y los submarinos General Mola y General Sanjurjo.




Entrada de las tropas franquistas en Cartagena 




El 30 de marzo de 1939, la IV División Navarra, al mando del general Camilo Alonso Vega entra en Cartagena, última ciudad republicana en rendirse al ejército de Franco. El día 31 la escuadra del vicealmirante Moreu entra en puerto. El día siguiente, 1 de Abril, Franco firma el último parte de guerra. La guerra ha terminado.